Regalos

A veces esta vida cabrona te regala cosas.
Yo no debería darles tanta importancia, porque al ser cristiana, mi regalo vendrá una vez muerta. Os jodéis. Si tenéis envidia, uníos. Pero como soy una cristiana contestataria, pues no puedo por menos, que agradecer al cielo algunas cosas que me regala aún en vida.


Os he hablado de mi chochete, un poco de mi familia y de amores varios. He compartido con vosotros mi divorcio y mis ligues, también decepciones y el paro, pero casi nunca os he hablado de Ella.


Ella es la mejor tía que os podáis imaginar. Mi mejor amiga. Mi hermana. No nos unen lazos de sangre, pero la quiero desde tiempos inmemoriales, desde aquel día que nos encontramos en la discoteca cuando íbamos a ligarnos al mismo chico. 


Ella es capaz de reír conmigo mientras llora de felicidad por mí y siente mi ausencia meses antes de que me vaya. 


Cuando hablo de Ella, las palabras se me suelen quedar cortas.
Hemos compartido borracheras, viajes, fines de semana gloriosos, jornadas de currelo, confidencias, charlas interminables por teléfono, pero sobre todo risas y llantos. Muchas risas. Todas las risas.
Hemos crecido y madurado juntas, hemos vivido nuestros matrimonios y nuestros partos. Les hemos "hecho trajes" a todos nuestros jefes, sin excepción, a nuestros novios y a nuestras otras amigas. No se ha salvado ni Blas!


Es en la primera persona en quien pienso cuando tengo algo que contar, a quien llamo cuando río y cuando lloro, es mi "Pepito Grillo" y mi "demonio rojo".


Símplemente es mi otro yo. Mi alma gemela. Mi complemento. Es con quien compartiré mi vida para siempre, por quien muerdo y mato.


Es mi amiga Azu.