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Detesto a los que me privan de la soledad y sin embargo no me hacen compañía. Irving Yalom


La esperanza es desear que algo suceda,
la Fé es creer que va a suceder,
y la valentía es hacer que suceda.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Felices días de las etiquetas

En marzo toca el día del padre, en mayo el día de la madre. Pues que sepáis que ESTOY HASTA LOS GÜEVOS!!! porque vosotros me diréis, ¿qué puede celebrar una niña sin padre o con una madre tirana?. A LA MIERDA!!! además, siempre toca cocinar una comilona de "sus muelas" para celebrar el evento o acudir cual rebaño a un restaurante saturado, donde un maître con un palo metido por el culo te dirá que sin reserva no hay mesa. 

No me gusta celebrar la hipocresía de "los días de...". Recuerdo que de la única que siempre disfruté fue del día de los abuelos que celebraban las monjas. 
Yo soy la pequeña de media docena de nietos y por desgracia, sin ninguna tara de nacimiento que me haga merecer el amor gratuito de mi familia. Así que era la única oportunidad que tenía (además del día de mi cumpleaños) de que mi amada abuela me felicitara y se sintiera orgullosa de su nieta pequeña. 

Y unos 35 años después de aquellas experiencias, resulta que soy madre. Y lo fui también sin taras, ni grandes esfuerzos, sin embarazos traumáticos y (gracias a Dios) con una hija perfecta y preciosa. Pues feliz día de la madre, oye. 

Lo que siempre se me olvida, es que soy mujer. Sólo por eso, ya tenemos otro día más de celebración. Se creerán los machitos (ya sean hombres o mujeres) que es la leche ser mujer. PUES NO!. 
Sólamente el hecho de tener la regla ya es un coñazo que te tiene pringada todo el puñetero mes. Eludiendo los efectos farragosos que todos conocemos, unos días te duele el pecho, después te pesa, luego se te hincha, si eres afortunada sientes esos 3 síntomas juntos, luego te duelen los ovarios. Acto seguido, llegan 2 ó 3 días fantásticos en los que ovulas y tu cuerpo elimina por si sólo toxinas y líquidos varios y te sientes ligera y deshinchada.
Como 3 días sin sentimientos incómodos han sido demasiado tiempo y para que no te acostumbres, inmediatamente después se te vuelve a hinchar el peso, notas el peso de tus ovarios, te cambia el humor cada 5 minutos y eres capaz de reír mientras lloras y le gritas a la persona más cercana que son unos machistas insensibles por pensar que tu estado es producto del síndrome pre-menstrual.

Así que después de estas profundas reflexiones y con un dolor de pecho horroroso, sientiendo el peso de mis ovarios, y haciendo uso de todas las capacidades "celebrales" que me permite el síndrome pre-menstrual, puedo decir alto y claro, que ODIO ser mujer. En unos días decidiré si operarme y hacer el cambio definitivo.

martes, 1 de marzo de 2016

Zona de confort

A Dios pongo por testigo, que en algún momento de la vida arreglaré el blog y pondré de nuevo mis molonas fotos. Que como nos contó el sábado nuestra querida Ana González Duque, más conocida como MariJo, no se puede tener un blog tan zarrapastroso si quiero ser escritora de éxito y tener cienes y cienes de seguidores. 

AAAayyyyyy la zona de confort....lo bien que nos hace sentir y lo jodídamente difícil que es salir de ella. Claro que si no fuera así, no se llamaría "zona de confort", se llamaría "colchón de muelles" o cualquier otra cosa, pero de confort nada. 
Yo soy lo que viene siendo, una experta en salir de la zona de confort. De hecho, si por fin he llegado a esa zona, enseguida pienso que es muy raro que todo vaya bien y voy y me cargo yo solita el confort con pensamientos de mal rollo, comeduras de tarro y todo lo demás hasta que consigo que el confort se convierta en una cama de pinchos. Porque puestos a joder la zona de confort, ¿por qué quedarnos en colchón de muelles pudiendo estar más incómodos aún? Pues eso. 

Echando la vista atrás, que con eso de la crisis de los 40 me siento súper nostálgica, he recordado las cosas que antes me hacían feliz, lo que hacía que mi rutina fuera confortable y que yo solita me quité de un plumazo y que encima por gilipollas, no he vuelto a tener. 
Echo de menos mis cuentos para adultos, hecho de menos salir a bailar, echo de menos ser una inmadura y solitaria veinteañera que no tenía que dar explicaciones a nadie. Echo de menos ir al cine y tener dinero. 
Echo de menos tener un perro. Echo de menos tener tiempo para poder perderlo con el perro. Enseñarle agility, sacarle trozos sangrantes de personas de sus fauces, salir con un bocadillo a un parque a comer con el primer rayo de sol de enero, rebozarnos ambos en la arena húmeda de la playa....
Echo de menos mi gimnasio. Echo de menos a mis compañeras. Echo de menos sentirme cansada y sobretodo echo de menos no sentirme descansada.
Echo de menos no tener responsabilidades pero también echo de menos los besos y abrazos de mi hija, tan aríscamente adolescente que ya no permite ni la menor muestra de cariño.

Echo de menos el aburrimiento de la zona de confort y por eso, estoy haciendo todo lo posible por volver a conseguirlo y haré todo lo posible por mantenerlo cuando lo tenga. Permaneceré calladita, quieta. Y prometo intentar mantener alejados los pensamientos tóxicos que siempre consiguen convertir mi confort en una cama de pinchos.