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Detesto a los que me privan de la soledad y sin embargo no me hacen compañía. Irving Yalom


La esperanza es desear que algo suceda,
la Fé es creer que va a suceder,
y la valentía es hacer que suceda.

miércoles, 29 de enero de 2014

Sinceridad vs hipocresía

Este es un tema que últimamente me da bastante que pensar.
Por todos es conocido que cada vez que hablo, sube el pan. Suelo hablar de personas que cuando me doy la vuelta, están detrás de mi, acostumbro a decir lo que me parece bien y lo que me parece mal, expreso bastante libremente mis sentimientos....
Parte mala: voy por la vida sin coraza y hasta ahora me he llevado más palos que caricias.
Parte buena: nunca, y digo NUNCA podrán acusarme de hipócrita.

Existen un par de cualidades humanas que no soporto, una es la incoherencia y otra la hipocresía. 

El tema que últimamente me acompaña hasta que me duermo es si realmente me merece la pena seguir siendo tan clara con la gente. Partiendo de la base de que la mayoría de las veces me doy cuenta de que he abierto la bocaza cuando la otra persona ya me está clavando su mirada gélida de grado 4, reconozco que me gustaría en ocasiones ser más reflexiva. Me gustaría aprender a tener filtro. 
Está claro que si pasas mucho tiempo con alguien, al final te relajas y tu verdadera forma de ser sale a la luz y si soy de hablar de más, antes o después diré algo inconveniente pero, ¿hasta qué punto es inconveniente para mi o para el que escucha? a los humanos no suele gustarnos que nos digan que nuestras acciones han tenido consecuencias negativas sobre los demás, inmediatamente actuamos a la defensiva y acusamos al otro de sentirse de determinada forma. Por ejemplo, cuando les decimos a nuestras parejas que nos gustaría que pasaran más tiempo con nosotros y menos en el trabajo, o con los amigos o con sus aficiones. Enseguida nos tachan de egoístas, o dependientes, o inmaduras....
Sin embargo, si de lo que nos hablan es de que nuestras acciones han tenido efecto positivo en la otra persona, no sólo nos hace felices conocer esos sentimientos creados sino que además, si no percibimos reacción positiva al respecto, nos sentimos frustrados. Por ejemplo, cuando hacemos un regalo y no nos dicen lo felices que les hacen sentir o lo mucho que les ha gustado.

El alcalde de la ciudad de Sorti, ciudad que acogerá los juegos olímpicos de invierno, ha declarado que: "en mi ciudad no hay gays".

El nuevo cardenal Fernándo Sebastián Aguilar ha declarado que: "la homosexualidad es una deficiencia que se puede normalizar como la hipertensión"

Estas declaraciones nos hacen sentir rechazo y enseguida les tachamos de retrógrados o intolerantes, homófobos....sin darnos cuenta de que los intolerantes, retrógrados y castradores son precisamente las personas que no dejan que otros se expresen con libertad aunque sus ideas sean políticamente incorrectas o contrarias a las propias. 
En un programa radiofónico esta mañana, y preguntado un psicólogo por su parecer ante estas declaraciones, él ha contestado que aparte de sus opiniones personales sobre las personas homosexuales o sobre el citado alcalde o el famoso cardenal, la expresión de ideas o de sentimientos, siempre corresponden a personas valientes, seguras de si mismas y sinceras ya que no tienen reparos al mostrar sus cartas, lo que ofrece al interlocutor, la oportunidad de debatir con ellos. Él ha mostrado su preferencia ante personas con esta forma de ser ya que siempre será más fácil debatir, conocer o convivir con personas que aun a riesgo de no expresar ideas popularmente aceptables, no temen mostrar su forma de pensar

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