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Detesto a los que me privan de la soledad y sin embargo no me hacen compañía. Irving Yalom


La esperanza es desear que algo suceda,
la Fé es creer que va a suceder,
y la valentía es hacer que suceda.

martes, 5 de noviembre de 2013

Vapuleada (I)

Todo comienza con un run-run en tu cabeza.
Llevas tiempo dándote cuenta de que algo no va bien pero ni quieres ni tienes ganas de plantearte nada más. Símplemente él es así. Tú no has tenido tanta suerte como tus amigas, ¿o sí? él te cuida, es celoso, eso es muy romántico. Pobrecito, se siente tan desprotegido sin mi....yo soy su vida. ¿Cómo voy a quitarle eso? y si le dejo, ¿con quién voy a ir a parar? a lo mejor bebe o me pega o es malo con mis hijos. ¿Quién mejor que el padre para estar con ellos?. Además ahora no puedo dejarle. Está sin trabajo, hundido. No puedo hacerle eso después de tantos años. Ya pasará. 

Todas pensamos que esas cosas nunca pueden pasarnos. Ocurren en la tele, en las películas, en los libros, a la vecina de enfrente, pero a nosotras no. Nosotras somos seguras, mujeres de bandera que llevamos nuestra casa adelante. Tenemos la mente abierta, no somos simples marujas sin nada que esperar, tenemos trabajo, somos independientes económicamente y sacamos adelante a nuestros hijos. Somos mujeres del siglo XXI.
Pero poco a poco nos damos cuenta de que ya no somos ni el anuncio de lo que fuimos. Cada navidad cogemos un par de kilos que no llegamos a soltar. Cada vez pasa más tiempo entre visita y visita a la peluquería. Las minifaldas, los tops y los escotes ya están relegados en la bolsa de cáritas junto a la ropa pequeña de los niños. Ya no nos quedamos los viernes a tomar una cerveza con los compañeros, nuestras amigas nos llaman "despegadas", y nos hemos vuelto a poner el reloj porque no se nos puede volver a ir el santo al cielo.
Un día llegas a casa y le encuentras más enfadado que de costumbre. Al principio no le haces caso, ya se cansará, como siempre. La razón de su enfado puede ser cualquiera: el futbol, un mal día, que no he saludado antes de entrar, una mala nota de la niña o un nuevo cardenal del niño, "¿pescado otra vez?!"....
Al ir a meterte en la cama, se va poniendo cariñoso. A ti no te apetece ceder, estás cansada y acabas de estar dos horas pasando la liendrera a los niños porque Carlitos, el compañero de catequesis, no dejaba de arrascarse, pero él no cede. Primero con buenas palabras y después con codazos, crees que has conseguido quitártelo de encima, pero no.
Comienzan los gritos, los reproches, los zarandeos. Al final cedes. No estás segura de si es porque al fin y al cabo es la única manera de que él te toque o te bese, quizá es porque estás tan necesitada de sentirte mujer que aceptas esas migajas de sexo insatisfactorio...no sabes muy bien qué ha pasado pero él ha vuelto a ganar. 

6 comentarios:

  1. Muy bien descrito. La vida que absorbe tu tiempo, la monotonía que se enquista y la entrega con desgana a una rutina sexual sin satisfacción. Hay segunda parte? Un beso.

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    1. JL hay segunda y tercera! los prados soleados tendrán que esperar otra semana más.

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  2. Unas líneas muy duras, muy ciertas, más comunes de lo que pensamos... y el último párrafo... da mucho qué pensar.

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    1. pues si quieres seguir pensando Rune, espera a mañana y pasado...

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  3. a mí estas cosas me dan escalofríos, la primera parte son codazos, las siguientes pueden acabar en tragedia... espero no tener que leerlas...

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